En su momento, nuestro Despacho asesoró a Fernando, cuando, con 35 años recién cumplidos, vino a qué le asesoraremos para otorgar testamento. Quería incluir algunas disposiciones especiales y consideraba valioso nuestro consejo, dado que éramos sus Abogados para otros asuntos y conocíamos su situación personal y patrimonial. De no ser así, le habríamos dicho directamente que fuera al Notario y otorgar un testamento, lo más sencillo posible que se adaptara a lo que él creyera en ese momento que debía ser el modo de repartir el patrimonio suyo en caso de fallecimiento.

(Nota: Independientemente de lo que figura antes y después de este paréntesis, le aconsejamos, si está leyendo esto, tiene alguna posesión por pequeña que sea y no tiene ya testamento, que vaya próximamente a la Notaría más próxima y pida que le redacten uno según sus deseos: le asesorarán y lo harán por muy poco dinero en comparación con el trabajo y desvelos que puede ahorrar a sus posibles herederos. No sea supersticioso/a: no nos consta que esté demostrado que las personas que prevén el destino de su patrimonio para caso de fallecimiento vivan menos que los que no se preocupan por ello. Si cambian las cosas, podrá otorgar un nuevo testamento cuantas veces quiera).

Pues bien, el caso es que Fernando falleció. Él estaba muy sano; pero el conductor que se saltó el semáforo y embistió contra él, no lo estaba: le había dado un infarto de miocardio mientras conducía y no frenó ante el paso de peatones.

Miriam, su viuda, vino a vernos para tramitar la herencia. El principal problema era una tercera parte de una empresa que se dedicaba a fabricar puertas de madera, con forma de sociedad limitada, que tenía Fernando con sus hermanos, y los avales que tenía Fernando personalmente a favor de algunos créditos de la sociedad implican mucho riesgo. Miriam no quería que ella y sus hijos heredarán la posición de Fernando como avalistas y las empresas acreedoras no querían liberarse de su compromiso.

Hicimos la partición de la herencia de Fernando, que luego se elevó a público ante Notario: Miriam quedó como usufructuaria y sus hijos como nudo-propietarios de la herencia. Se liquidó el impuesto sobre la renta de Fernando hasta el día de su fallecimiento, el Impuesto de sucesiones y también la plusvalía de los bienes urbanos. 

Afortunadamente, llegamos a un acuerdo con los hermanos para vender la participación de la esposa y los hijos de Fernando y, cuando hubo que renovar los avales, ya lo hicieron sólo los dos hermanos. 

Pero no siempre sucede así, y una persona que no tiene conocimiento de un negocio, se ve abocada a participar en el mismo si quiere mantener el valor de lo heredado, con una posición minoritaria; lo cual suele acarrear muchos quebraderos de cabeza si el negocio no va lo suficientemente bien. En ese caso es todavía más necesario contar con un Despacho como Antonio Fernández García, Abogados.

(*) Los ejemplos con que se da una idea de los diferentes servicios son meramente ilustrativos y sus situaciones, resultados y personajes son ficticios. Cualquier parecido con una persona real es pura coincidencia.