Dos ejemplos. Sara Vega, S.L., y Felipe.

Felipe quiere poner una pequeña tienda de papelería cerca de un colegio donde sabe que no existe ninguna. Sara Vega, S.L., quiere promover, junto con otras empresas afines, el mecenazgo científico para ayudar a investigadores y apoyar proyectos en ciertas áreas.

Ambos necesitan asesoramiento durante la preparación para dar forma a sus proyectos. Y cada uno nos pide que le ayudemos a ver qué le conviene, si ser profesional autónomo para la tienda, si crear una sociedad civil o mercantil, o tal vez, si ese mecenazgo podría articularse sobre una fundación, una asociación, otra S.L., o incluso una D.A.O (Decentraliced Autonomous Organization), o si cae bajo los supuestos favorecidos por la legislación de startups.

En el caso de Felipe, atendemos especialmente su preocupación por la limitación de responsabilidad; le explicamos las obligaciones contables y tributarias que pueden derivarse de la opción que elija. También le exponemos de qué ayudas o subvenciones dispondrá según la forma que dé a su negocio.

En cuanto a Sara Vega, S.L., además de estudiar el modo de articular su proyecto, analizamos la relación con sus socios y vemos qué fórmulas podemos arbitrar par el caso de que, en un futuro, o bien se incorporen nuevas personas, o bien haya personas “fundadoras” que, por cualquier cuestión, no quieran seguir vinculadas. También estudiamos si puede articularse como un proyecto de responsabilidad social corporativa o empresarial