Eugenia, Ana y la huerta.

Eugenia siempre había sentido más predilección por su hija Ana. Se sentía un poco mal al tener que reconocer eso respecto de uno de sus hijos entre todos los demás. Y sabía que a Ana le encantaba la huerta. No era muy grande. Un trozo chiquitajo cerca del río.
Pero allí se las apañaba para cultivar unas verduras que luego cocinaba de una manera deliciosa.
De sus cinco hijos, Ana era la única que, sacrificando probablemente mejores posibilidades de promoción, se había quedado con su yerno y sus nietos en el pueblo donde Eugenia había logrado sacar adelante a toda la familia en unas circunstancias difíciles. Los otros cuatro vivían lejos; y, aunque también la querían mucho, el sacrificio que había hecho Ana era mayor.
Eugenia vino a nuestro Despacho un día y nos dijo que quería donarle la huerta a Ana. Nos cuenta su historia. Y nos parece lógico lo que nos dice. Pero a la hora de concretar, tenemos que recordarle que no se puede dar por donación más que aquello de lo que
se puede dejar en testamento, es decir, que, al realizar las donaciones, hay que tener en cuenta lo que hay que dejar a los herederos forzosos.
Además, es necesario estudiar el efecto tributario de la donación, para ver qué desembolso tendrá que hacer Eugenia por impuesto sobre la renta y Ana, por impuesto de sucesiones. También nos aseguraremos de que el terreno, próximo al pueblo, es rústico, para asegurarnos de que Ana no tendrá que pagar por plusvalía.

En resumen, ayudamos a Eugenia a ver cómo podría ser esa donación y qué alternativas diversas se pueden ofrecer para conseguir esa expresión de gratitud que ella quiere tener para con su hija Ana.

(*) Los ejemplos con que se da una idea de los diferentes servicios son meramente ilustrativos y sus situaciones, resultados y personajes son ficticios. Cualquier parecido con una persona real es pura coincidencia.